lunes, 14 de noviembre de 2011

Capitulo 4.


- David…... nunca soñaste con esto. Fíjate… tu y yo, dos personas que a penas se conocen, en una sucia guardilla de una pequeña ciudad del medievo, gris por la montaña y por la noche, en este extraño invierno donde nos hemos conocidos antes de llegar al 2012, donde todavía los coches no andan 15 cm por encima del suelo, ni llevamos trajes dorados o grises con horribles sombreros de hojalata.

(David miraba esa sonrisa como de niña traviesa que le nacía mientras se reía del cine de ciencia ficción de los 60).

En este intento de cueva burguesa de paredes moradas con las ventanas y puertas de maderas rojas, una pequeña cocina de dos fuegos, un sofá de dos plazas cubierto por una manta fina de colores calidos, y un sofá echo de palé con cierto aire de reciclado, minimalista y un par de pósters.

Todo sucede así, siempre sensaciones…. llegue aquí y me quede, no se por qué, quizás por las plaza de las Veletas, quizás por la calle Caleros, quizás por el gato negro que duerme en mi balcón y aun con la ventana abierta nunca entra. Yo que tenía aspiración de pájaro, que quería volar de torre en torre de montañas a desiertos.

Los dos con la sabana arropando sus cinturas con el humo del cigarro de David sorteando unos mínimos rayos de sol que apenas podían pasar entre la madera. Andrée miraba a David, David miraba los juegos del humo y del sol.

- Quizás esto es solo una parada imprescindible para tu historia, estoy seguros que solo estas dejando descansar la plumas. Yo solo te concibo como pájaro, como una tormenta de verano que se queda mas de lo previsto, mas temprano que tarde alzaras tus alas, levantaras ese piquito que no hace mas que cantar en silencio y soñar gritando, te irás, sin más, y yo desde aquí desde esta ventana te veré mover esas preciosas plumas agitándose, moviéndote como tanto anhelas, yo lejos, quieto como un barrote negro mas del balcón, sin perder el canto de tu pico sacare la mano y de despediré por este gris cielo, entre las torres de san Jorge, pasaras volando despidiéndote de las esquinas y rincones que hiciste tuyas. Serás más tú que antes, sonriendo a un negrito del Congo, arropando a un refugiado en Iraq, comprando fruta en un bullicioso mercado de la India, o conversando sobre la energía corporal con el bedel una biblioteca pública en Buenos Aires.

-¿Tú crees...? Y que me dices del ahora, no tienes una sensación como de gustera, de libertad, aquí los dos desnudos sin saber apenas nada de ti, solo que tienes pinta de ser buen tipo, como sacados de nuestras vidas, como un bis a bis en el día a día, sin obligaciones, solo mirarnos, sentirnos, creer que el día nunca va a llegar. Únicamente este momento, solo el siguiente minuto y que podemos seguir esperando, que algo insospechado siempre ocurre, y nos lleva de una punta a otra como arrastrados por el viento, como siguiendo las huellas que nadie ve, es agrio durante las obligaciones impuestas y dulce, inmensamente dulce y rico cuando nos prestamos a nosotros mismos, incluso yo diría que en estos ratos somos mucho mas bellos, somos mas de verdad, pero a la vez mas de una película independiente del este.

David movió su brazo y la abrazo como guardándola de un despiadado viento,

La mañana empezó a hablar, la vecina de abajo empezó con la rutinaria obsesión de limpiar, se oía el aspirador y la tele de segundo plano. Los coches empezaron con su orquesta de humo y ruido, la vida volvía irremediablemente para ellos, ya vestidos resignados pero poco a poco, de malagana se despedían de la levedad de lo individual, entraban en el suburbio de lo normal, del mañana tengo que hacer, del tengo que ir, de peluquerías, de competiciones de precios, de banqueros con maletines y de mendigos pidiendo limosna, de viejos sentados en Canovas, camareros sin sonrisas con sonrientes turistas.

Después del desayuno bajaron las oscuras y estrechas escaleras que les comunicaba con el mundo, se dieron un beso leve, casi sin importancia y se despidieron sin remordimientos ni preguntas, se fueron cada uno por una calle, David subía por la ya transitada calle Pintores donde todos aceleran su paso, nunca se sabe por qué, envolviéndose en el ruido y el humo, en la música de tiendas de oportunidades y ropa, entre los obreros desayunado y olor a churros en los bares.

Esto ellos no lo sabían, como dos niños ya solo iban pensando cada uno en los baldosines que iban pisando. David corría hacia el olvido de la noche pasada, para no tener que aguantar las dudas de lo que había pasado de nuevo, pero esta vez se anunciaba mas grande el peligro de la duda, ahora mientras ordene los libros y hace el café corre el importante peligro de recordar el canto del pico de ese pájaro perdido o el olor a sexo de Andrée.

Ella se alejaba por la calle Paneras, pensando en el gato de colores que movía el brazo una y otra vez arriba y abajo, que vio en el escaparate del chino de Virgen de Guadalupe, pensaba que quizás le sacara una sonrisa a David, después recordó las palabras de él y se pregunto hasta cuando sus alas iban a estar cansadas, caminaba contenta y alegre, en realidad como solía hacerlo. Llego al cruce y vio la librería de la señora María, ya abierta, con todas la revistas mas variopintas de todo Cáceres, lo sacaba todo a la calle, porque el local que había sido un almacén en tiempos del caudillo era pequeño y no cabria ningún cliente entre tanta pluralidad de papel informativo, libros de aventuras ya olvidados de ediciones de principio del siglo pasado, aunque siempre tenia en primera fila en medio del caos escaparatista los best seller que tanto debía odiar David. Entró en la tienda, la vieja María sonreía como siempre con una sonrisa de alivio de vejez, como de ciervo que salio ileso de la emboscada de leones, algunos vecinos la decían loca, y mi pobre Andrée no se podía aguantar y siempre acababa discutiendo con alguno, a ella le parecía una locura tan bonita que a menudo pasaba ratos ayudando a la vieja María a subir y bajar revistas y ediciones antiguas, ella a cambio le regalaba viejos libros de toda temática que Andrée leía después de comer mientras veía algún documental de la 2 y esperaba que las alas se le curaran.

No hay comentarios:

Publicar un comentario