lunes, 14 de noviembre de 2011

Capitulo 8.

En otoño no te despiertas como en otras estaciones, no tenía ninguna obligación que cumplir, únicamente la que cada día él se imponía, y esta ciudad no le permitía imponerse muchas, no tenía mucho dinero por lo que las posibilidades se desvanecían de manera brutal. La única urgencia con la cual se levantaba era la imagen o pensamiento de Andrée, y con una erección que nunca sabia si provocada por el pensamiento de Andrée o la necesidad madrugadora del hombre por el sexo. Al despertar sentía la angustia de la ausencia de Andrée, la necesidad de verla a su lado, abrazarla, sentirla y sonreír, sobre todo sonreír desde el comienzo de los rutinarios días.

Rutina esa palabra de la que tanta gente huye y nadie escapa, toda acción en su sentido mas simple es rutinaria, ir a por el pan, ir a un curso de portugués, ir al parque, todo es una acción, las sociedad repite las mismas acciones repetidamente hasta la saciedad.. Por lo tanto es rutina, lo que nos pesa y nos hace maldecirla es nuestra incapacidad infantil de asumir que nada evitará que pare el tiempo, que esos momentos en los que nos encontramos felices y deseamos que la rutina no nos lo destroce, sustituyendo al goce por el aburrimiento.

Siempre hay una necesidad de acción, una ausencia que nos inunda y que podemos sustituir, por eso siempre pensamos en cambiar una cosa por otra, un jersey por otro, un curso por otro, un estudio por un trabajo, un trabajo por una persona, una persona por la soledad, la soledad por un amigo, un amigo por otra persona, una persona por una ciudad, una ciudad por un trabajo, así una sucesiva cadena de incongruentes cambios que mueven al mundo en una caótica espiral de infelicidades y de felicidades, de necesidades banales, que nos convierten en lo mas banal de nuestra propia existencia y sin embargo la especie sigue creyendo que el mundo terminaría sin ella, no se dan cuenta que el mundo morirá por la especie.
el despertar y el dormir es un habito rutinario imposible de abolir durante mas de 4 días... por lo tanto el hecho de romper con los cursos de portugués o ir al parque, pasa a ser imposible para lastima de aquellos que les gusta presumir de que no tienen de este absurdo natural, alardeantes, con el pecho como guía de sus pasos y el cuello erguido, Judas de si mismos, son la mayoría, un ejemplo es Jose, que rompió con Ana y su explicación fue la rutina, y Jose o no se atrevió a asumir que en realidad no había llegado nada si no que se había ido la curiosidad, la atracción intrínseca de la gravedad horizontal que atrae a dos bocas a cuatro labios y dos lenguas que distanciadas desean anudarse entre si,. Jose que mostrándose maduro acepto e intenta imponerse lo que ella le decía para desentenderse del él, y tras el que cada día Jose se repite así mismo mientras le llega el olor de un pañuelo de Ana o ve la foto de ella leyendo un libro semidesnuda en contraluz de la simpática ventana de una habitación cutre de un viejo hotel del centro de Barcelona. La rutina imputada en la mayoría de fracasos amorosos, si tuviera un juicio justo saldría inocente en el mismo momento que alegara que ella estuvo también presente en las noches que los amantes se descubrían y se juraban que eran lo mejor que les había pasado, después de que ellas se agarraran a las sabanas o al cabecero de la cama y ellos agarrasen las caderas de sus amantes legales hasta que la rutina entrara en sus alegaciones para romper con lo que hace un tiempo eran sus razones de ir al trabajo o pasear a menos 4 grados cogidos de la mano.

Andrée no pensaba que la felicidad fuera un estado emocional efímero, ni tampoco que fuera un estado constante, seguramente estaba a años luz de plantearse esto que frente al café y liándose el primer cigarrillo pensaba él, sin embargo se esfuerza cada segundo en hacerse feliz, incluso cuando esta agotada, (todo lo que hacia era siempre para sus sonrisas, tenia al menos una para cada uno de sus motivos para ser feliz) seguía forzando a la felicidad a que la inundara, lo importante era ser feliz, solo. No importaba el por que, o su duración, simplemente ella se negaba a meterse en esas tierras pantanosas, ella estaba y ya.. con eso le bastaba.


Nunca había sido profeta ni revelador de sus teorías en las que hacia equilibrio entre las realidades del yo y las del resto, al menos de las personas con la que se cruzaba por las calles y que parecía que esa parte individual se desvanecía entre los grandes edificios y el protocolo de lo que es normal, censurada de la vida social el yo que guardarán en el armario de sus dormitorios, o en la despensa o cajones de la cocina, depende del tiempo que pasen en casa, esta afirmación son de las que Andrée haría un gesto infantil de comprensión que esconde el desconcierto que a veces siente por las palabras que vuelan por la cabeza de David, ella las sigue en el vuelo para entender, aunque no siempre consigue alcanzarlas.

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